La espelta es una variedad de trigo que se cultiva desde hace unos
7.000 años y se considera el origen de todas las variedades de trigo actuales; es
un trigo de espiga aplanada y grano de color tostado oscuro de mayor tamaño que
los del trigo común.
Granos de espelta |
Como curiosidad, decir que en la Edad Media el pan de espelta lo consumían habitualmente
las clases más ricas, mientras que los más pobres tomaban pan de centeno. Pero con el paso del tiempo el cultivo de espelta fue decreciendo poco a poco a favor del
cultivo del trigo común, mucho más extendido.
Actualmente se conoce a la espelta como trigo verde o trigo salvaje, debido a su
aspecto más rústico y su sabor más intenso.
Un hecho muy interesante es que la
espelta no ha sufrido cambios genéticos durante siglos, cosa que no ha ocurrido con sus
parientes más comerciales, muy modificados genéticamente. Además, su cáscara favorece
la germinación protegiendo muy bien al grano frente a
los contaminantes del suelo e insectos; esto permite que en su cosecha se pueda
prescindir de pesticidas, y como requiere muy poco fertilizante,
la espelta es idónea para la agricultura ecológica. Todo esto
también influye sobre su efecto en el organismo, ya que produce menos alergias y se
digiere y se asimila mejor que cualquier otro grano.
Pan de espelta de La Panadería de Chueca |
Respecto al trigo común, la espelta tiene un mayor nivel de proteínas,
minerales, vitaminas y oligoelementos y también contiene los ocho aminoácidos
esenciales... haciéndola muy apropiada para su consumo entre las personas vegetarianas.
Su gran aporte de magnesio, hierro, fósforo, vitamina E, vitamina B y
betacaroteno la hacen muy nutritiva. Además nos aporta mucha fibra, siendo ideal para el estreñimiento,
obesidad y cualquier problema causado por la falta de fibra.
De todas maneras, al igual que el trigo común, la espelta contiene gluten -aunque en
menor proporción-, y por ello su consumo está también contraindicado para los celíacos.